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jueves, 17 de marzo de 2011

Sin futuro, aspiración de Enrique Peñalosa a la alcaldía de Bogotá

Por Juan Carlos Martinez el 7 de Marzo 2011 1:30 PM


No ha corrido con suerte el nombre del ex alcalde de la maltratada Bogotá, Enrique Peñalosa, en los diferentes partidos y movimientos políticos que a medida que se acerca la fecha de las inscripciones su nombre despierta, como decimos en el Huila, el 'chai', es decir, el rechazo a su nombre
¡Ah! claro, con la excepción del twitero ex presidente Álvaro Uribe Vélez, cada vez más protagónico auto ungido como jefe de los partidos políticos para seleccionar los candidatos a las elecciones territoriales del último domingo de octubre próximo.
Nadie duda de las virtudes académicas y de gestión del señor Peñalosa. Y tampoco Bogotá puede de la noche a la mañana olvidar que su alcaldía dejó grandes obras civiles plasmadas en amplias avenidas, transmilenio, entre otros logros. 
Pero también 10 años después una carga cercana de 60 mil millones de pesos anuales que debemos pagar los habitantes del distrito capital por mantenimiento de las fallidas tabletas por donde circulan los pesados y contaminadores articulados. 
Sí, no se nos puede olvidar, igualmente, los desastrosos y costosos hoy casi que desaparecidos bolardos que quebró a miles de comerciantes que aún no se han podido recuperar. 
A eso hay que agregarle que expresa una aversión casi que obsesiva al uso del auto particular. Aunque se muestre para las cámaras de televisión y el resto de medios de prensa en bicicleta, también, cuando fue alcalde, andaba en caravana de camionetas altamente consumidoras de gasolina y obviamente contaminantes y congestionadora de las vías por su tamaño que él mismo cuestiona pero que para los demás le impuso a la ciudad el mala fama del Pico y Placa, e impulso, vía consulta popular, el fracasado Día Sin carro. 
Su aspiración a la reelección por segunda vez al Palacio Liévano frente a la Plaza de Bolívar del centro de la capital colombiana, la tiene vuelta añicos no solo por lo antes mencionado sino por su estatura y estrato social para mirar a los demás, así haya expresado que se va a corregir para ser más humilde. 
El político es lo que es y no deja de serlo una vez elegido, si es que lo logra. 
Cómo creerle que va a rectificar lo que Samuel Moreno Rojas ha hecho y que tiene a los bogotanos descontentos si ya los electores lo conocen desafortunadamente no por sus aciertos sino por los errores del pasado que todavía se recuerdan hasta en los alumbrados navideños.
Peñalosa debería hacerse a un lado y no exponerse al hazmerreir electoral, inclusive, si es que consigue la mayoría de la votación para ganar los comicios del 28 de octubre, pues, como samuelito, su gobierno tendría que dedicarlo a defenderse de la oposición y del recorderis del relleno fluido para las losas del transmilenio por el afán de inaugurar obras inconclusas. 
El costo político electoral de los supuestos desaciertos lo está pagando caro el señor Peñalosa. 
Bogotá no lo quiere como su alcalde 2012-2015. 
En otro blog me ocuparé de los pre-aspirantes a la alcaldía de la capital de la República porque con los actuales, Bogotá no saldrá del atolladero en que se encuentra. 
No no no ni con Álvaro Uribe Vélez como eventualmente lo sugiere el embrión de candidato David Luna, que lo ve como su eventual rival.
Cómo le hace de falta al liberalismo (Peñalosa, Luna, Carlos Fernando Galán, Hernando Carvalho, quienes oficialmente han manifestado su intención de ser alcaldes de Bogotá, inclusive Uribe Vélez si es que se lanza pero insisto que no lo hará, son de origen liberal) un Ernesto Samper Pizano u Horacio Serpa Uribe que en sus mejores momentos llenaban y hacían vibrar los escenarios agitando el trapo rojo del partido para apoyar a sus copartidarios y a estas alturas de la contienda electoral promocionaban candidatos ganadores.

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