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lunes, 31 de enero de 2011

Mockus y el salto de la liebre. [Enrique Peñalosa]

María Elvira Samper CAYÓ COMO UN ROCKET ENTRE LOS verdes la noticia de un posible apoyo del expresidente Uribe a la candidatura de Enrique Peñalosa.

Los dejó fuera de base y por eso Mockus, quien tras la derrota en las presidenciales había estado al margen, desentendido de sus responsabilidades de liderazgo, saltó como una liebre y anunció no sólo una eventual candidatura suya, sino la posibilidad de un tercero en la liza. Este anuncio, sumado a posteriores declaraciones en el sentido de que el espaldarazo de Uribe “podría ser útil e incluso ayudar a ganar las elecciones”, pero también todo lo contrario, lo convirtieron en blanco de críticas por su falta de coherencia. Al fin y al cabo, aunque no estaba escrito, existía un acuerdo: si él era escogido como candidato a la Presidencia, Peñalosa tendría el camino despejado para la candidatura a la Alcaldía de Bogotá (Lucho Garzón siempre dijo que no aspiraba).

Mockus rompió ese acuerdo no escrito en piedra. Tal vez considera legítimas sus aspiraciones porque sabe lo que representa su nombre para la ola verde y porque cree que una alianza verdiuribista no sería coherente con el discurso que conquistó a más de tres y medio millones de personas en las pasadas elecciones presidenciales: el discurso contra la cultura del atajo, contra el “todo vale”, la corrupción, el clientelismo y la politiquería, que fueron la marca de fábrica del “uribato”, sobre todo en el segundo período. Mockus no quiere que su partido adquiera deudas con el uribismo. No le falta razón. El problema es que se anticipó a los acontecimientos y que la forma de tramitar su desacuerdo, en público y al margen de sus coequiperos, creó confusión y dejó al desnudo las diferencias internas y la frágil organización verde.

Que haya afinidades entre Uribe y Peñalosa es como decir que el agua moja, pero Mockus cayó en la trampa de hacer eco a los coqueteos de algunos uribistas al candidato y encasquilló a sus copartidarios en una discusión inútil. Enredarse en si sirve o no ese apoyo es un desperdicio de energía y de tiempo en momentos en que Peñalosa, que asegura estar firme y sentirse supercómodo con los verdes (no puede dar una voltereta más), aparece como el mejor ranqueado. Además, el debate es inane no sólo porque el uribismo no ha renunciado a tener candidato propio y no parece lógico que lo haga siendo la mayor fuerza política de la capital, sino porque es prematuro descartar de un plumazo la candidatura del expresidente, no importa que hoy él diga que no juega. Pasó lo mismo con la reelección.

Por otra parte, no hay que olvidar que el apoyo de Uribe a Peñalosa en las elecciones de 2008 frente a Samuel Moreno fue como el abrazo del oso. Si eso pasó cuando no era ex y tenía todo el poder, ¿por qué debería ser diferente ahora, sobre todo cuando cada día que pasa se ven más las costuras y las miserias de su gobierno y la mugre que barrió debajo de la alfombra? Los uribistas están sobreestimando el poder del expresidente. También el propio Uribe. Y los verdes. Pero, además, todos subestiman el hecho de que en Bogotá el voto independiente de ataduras partidistas tiene mucha fuerza.

Los verdes deben ganar terreno, no perderlo en debates que los distraen de lo importante. Flaco favor hace Mockus con su renovada aspiración, no importa el motivo. Las alianzas vendrán después y se darán por añadidura si Peñalosa, con el apoyo del liderazgo ético de Mockus y la impronta social de Lucho, logra conquistar a una ciudadanía que sufre los desastres de una administración signada por la corrupción. A propósito, ¿cuál es el proyecto de ciudad de los verdes?

Fuente: Texto:

http://www.elespectador.com/impreso/columna-246527-mockus-y-el-salto-de-liebre

Fuente imagen: http://augusta63.blogspot.com/2009_09_01_archive.html

Por: María Elvira Samper

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